sábado, 9 de julio de 2011

Este contenido fue publicado originalmente en el blog de la Delegación de PxC de L'Hospitalet de Llobregat.

 
Algunos políticos aceptan ya la denominación “islamo-cristiana” para la cultura ocidental. Aberrante si tenemos en cuenta que son ellos, los políticos, quienes nos imponen el islam a la fuerza.
Durante 2010 España ha sido escenario de diez congresos salafistas, una de las corrientes más extremas del islam y a la que pertenecían varios de los autores del 11-M, según un informe elaborado por ABC. Este incremento, frente a un único congreso celebrado en 2008, inquieta a los especialistas en la lucha contra el terrorismo internacional porque revela que en nuestro país se está ejecutando el llamamiento que hace dos años lanzó Al Qaida de que era el momento de dar prioridad a la «yihad ideológica» y mantener la «armada» para casos puntuales.
La mentalidad pijiprogre de ameba no alcanza a ver el peligro: “Todos los musulmanes no son malos, estos son unos pocos extremistas y no hay que hacer caso. Yo tengo un compañero de trabajo moro que es estupenda persona”.
Será estupenda persona porque está en la fase ideológica, espera a que pase a la armada y verás…
Desde Cataluña, el salafismo —confesión de Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI), grupo autor del secuestro de los tres cooperantes españoles— se ha ido extendiendo a otras zonas. Así, por el valle del Ebro ha llegado hasta el País Vasco y por el sur ha alcanzado el Corredor del Henares, entre Madrid y Guadalajara. El que esta expansión se haya potenciado en el último año alerta a los especialistas en terrorismo internacional. De ahí que el foco lo tengan puesto en tomar el pulso a ese «totalitarismo islamista», sin dejar de lado la amenaza terrorista, amortiguada a consecuencia de los continuos golpes que desde 2004 las Fuerzas de Seguridad han asestado a las células yihadistas.
Debería preocupar que en sólo un año, la expansión de los extremistas haya llegado a este punto. A los especialistas en terrorismo internacional les preocupa. A Plataforma per Catalunya también. A nuestros políticos no. A sus votantes tampoco.
En actualidad, la principal herramienta que el salafismo está utilizando para extender su doctrina en España son los congresos. En 2008 solo se registró uno en Reus, mientras que este año se han celebrado diez: tres en la localidad gerundense de Rosas (en febrero, junio y octubre); dos en la tarraconense de Torredembarra (en abril y junio), uno el pasado mayo en Trápaga (Vizcaya); en abril se celebraron en Vilanova i la Geltrú (Barcelona), Balaguer (Lérida) y Vic (Barcelona), y el pasado junio tuvo lugar otro en Guadalajara.
Mientras nuestros políticos se pelean como niñatos en el patio del colegio, dándose codazos y escupiéndose por un puesto preeminente, los terroristas no pierden el tiempo y avanzan implacables, sin pausa alguna, favorecidos por el comportamiento de estos floreros de la política, verdaderos inútiles hasta como personas.
Además de la proliferación, los expertos destacan de los congresos su labor de adoctrinamiento. De ahí que «sabios salafistas» procedentes de Jordania, Egipto, Kuwait, Arabia Saudí y Bélgica se trasladen ex profeso a España para dirigir esas jornadas, a las que suelen asistir entre 2.000 y 3.000 fieles. Su vasta formación religiosa, unida al gran carisma del que gozan de estos predicadores, convierten sus visitas en «eficaces instrumentos de radicalización». Además, sus discursos, que contrastan con los escasos conocimientos religiosos de muchos de los imanes residentes en España, causan «impacto» en la comunidad musulmana, entre otros factores por la visión ultra-ortodoxa que defienden y que impide la integración de sus seguidores en las sociedades occidentales.
“Entre 2.000 y 3.000 fieles” en cada congreso. No es ninguna tontería si tenemos en cuenta que se celebran en distintas localidades españolas y además, no olvidemos el detalle de que les impiden integrarse en nuestra sociedad. Si a esto le añadimos la “policía religiosa” creada por algunos imanes, obligando a los musulmanes a cumplir sus leyes, quieran que no, la bomba de relojería está montada.
Pero no es el único elemento de riesgo. Los congresos son también fuentes de financiación. En ellos, según los medios consultados, se recaudan, aunque en los últimos meses algo menos por motivo de la crisis, importantes cantidades que luego se destinan para la creación de nuevas mezquitas salafistas u otros centros para la difusión del mensaje radical. De los últimos congresos, el que más preocupa es el celebrado el pasado junio en Guadalajara. Sorprendió la elección de esta provincia por su lejanía de Cataluña, lo que, en opinión de los especialistas, es un elemento que da idea del grado de implantación del salafismo dentro de nuestras fronteras.
Además, el imán que controla esa comunidad musulmana predica una radicalidad similar a la del de Lérida. En su «totalitarismo islamista», Abdelwahab Houzi no solo ha llegado a pedir por los mujahidines y criticar la participación de EE.UU. y Europa en Irak o Afganistán, sino que hasta ha creado una «policía religiosa» encargada de amonestar, e incluso agredir, a los que, en su opinión, no cumplen con la ley islámica. Varios son los casos de mujeres que han sido hostigadas por no llevar el velo o incluso por ir maquilladas. Integrada por unos seis miembros, Houzi quiere exportar su «policía» a otros municipios. En Olot (Gerona) ya se está gestando.
Recordemos el caso de la musulmana agredida en la puerta del colegio por no llevar velo. Recordemos que estaba embarazada y perdió al bebé. Recordemos que de la Vega se encogió de hombros diciendo “Son sus costumbres y hay que respetarlas”… Así, con toda su caradura, dando a entender claramente que los musulmanes tienen carta blanca en España para hacer y deshacer a su antojo.
Y no olvidemos que los Mossos d’Esquadra descubrieron un tribunal islámico en el que una mujer iba a ser asesinada por no cumplir sus leyes. Y los suicidas que preparaban un atentado en el Metro de Barcelona. Y… ¿Cuantos casos más?
El islam no es una religión. No hay religión que se imponga a la fuerza y mate al que no la siga. Es una ideología política cuya finalidad es controlar el mundo. Digan lo que digan los defensores del “buenismo”, la prueba la tenemos en innumerables declaraciones de, no sólo imanes, sino de mandatarios de países musulmanes.
¿Como pueden haber musulmanes “buenos”, si los “malos” les obligan, incluso agrediéndoles y asesinándoles a ser de los “malos”?
¿Acaso los musulmanes no incendian iglesias y provocan matanzas de cristianos allí donde tienen su feudo? Y aquí se les dan toda clase de facilidades para que, una vez conseguida la propagación, pasen de la fase ideológica, la de infiltración, a la armada.
¿No lo ven? No lo sé. No sé si los políticos viven en sus mundos de Yuppi, haciéndo volar avioncitos de papel, o si su enfermizo odio al cristianismo les distorsiona la visión mental. Que tengan cuidado, porque los socialistas y comunistas ayudaron al iman Jomeini a derrocar al Sha y sus cabezas fueron las primeras en rodar.

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